En el liderazgo hay que apretar la tuerca pero no reventarla. Y con ello me refiero a que hay que exigir, demandar esfuerzo e intentar hacer avanzar impulsando cada vez un poco más, pero todo esto sin llegar a "rodar","dañar" o "reventar" al discipulo, a tal grado de hecharlo a perder.
Lo anterior también aplica de igual manera para los padres con susu hijos y para el jefe con sus empleados.
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