Es muy bueno y también muy necesario que nuestros cantantes y músicos cristianos puedan vivir de el arte que Dios puso en sus manos. El peligro comienza a ser evidente cuando estos se ocupan más en vender y/o comercializar su arte que en adorar a Dios. No cambies tu honra más grande como adorador, por un simple plato de lentejas.
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