Todos tenemos luchas personales y tentaciones, cada
uno sabrá cuál es su prueba y/o tentación más difícil. Sin embargo, a la hora
de buscar guardar la santidad, no todos somos probados o tentados en lo mismo.
Una vez, hablando sobre la santidad, un joven, joven
tanto en su edad, como en su fe como creyente, me preguntó si era malo mirar
mujeres en la calle o en las redes sociales. Le dije que la primera mirada era
inevitable, pero que la segunda mirada, seguramente era voluntaria, de ahí para
allá, lo que él tuviera en su corazón al hacer la segunda mirada, era lo que
reflejaría, si era bueno o malo para su vida a la hora de hacerlo.
La primera mirada es inevitable, pero la segunda
mirada que hacemos podría llegar a evitarse, o por lo menos, si se hace, evidenciará
lo que tenemos en nuestro corazón de acuerdo con la forma en que miramos
aquello que nos llamó tanto la atención para mirarlo por segunda vez.
Pues la segunda mirada, nos permitirá evaluar, nuestra intención al hacerlo.
En el caso de este joven, según el tono de su
pregunta, la lucha de la segunda mirada era desde la parte sexual. La segunda
mirada, sin embargo, en otra persona, puede ser el deseo de tomar algo que no
le pertenece, y empieza a mirar aquello que codicia.
Veamos, desde la palabra de Dios, los peligros de
la segunda mirada y lo que algunas personas hicieron al tener antes sus propios
ojos, la fuerza de la tentación, y lo que pasó después: Tres de ellos cayeron y
los últimos dos, salieron victoriosos.
1) ADÁN
Y EVA:
La segunda mirada no toma lo que miramos, pero sí
puede moverte a tomarlo en algún momento. (Génesis 3:2-17)
Adán y Eva pecaron desde antes de tomar el fruto,
pues no lo habían tocado aún y ya habían desobedecido en su propio corazón.
Jesús habla de que, para pecar, no es necesario llevarlo a cabo en un acto
consumado, solamente, sino que, desde nuestra mente y corazón, podemos llegar a
pecar sin darnos cuenta. (Mateo 5:27-30)
Veamos que nos dice Génesis, con relación a la
caída de Adán y Eva:
2 —Podemos
comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. 3 Pero,
en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho:
“No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”.
4 Pero
la serpiente le dijo a la mujer:
—¡No es
cierto, no van a morir! 5 Dios sabe muy bien que, cuando coman
de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores
del bien y del mal.
6 La
mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto
y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego
le dio a su esposo, y también él comió. 7 En ese momento se
les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para
cubrirse entretejieron hojas de higuera.
8 Cuando
el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios
el Señor andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a
esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. 9 Pero
Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:
—¿Dónde
estás?
10 El
hombre contestó:
—Escuché
que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me
escondí.
11 —¿Y
quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del
fruto del árbol que yo te prohibí comer?
12 Él
respondió: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo
comí.
13 Entonces
Dios el Señor le preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho?
—La
serpiente me engañó, y comí —contestó ella.
14 Dios
el Señor dijo entonces a la serpiente:
«Por
causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales,
tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu
vientre,
y comerás polvo todos los días de tu vida.
15 Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la
de ella;
su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».
16 A
la mujer le dijo:
«Multiplicaré
tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor.
Desearás a tu marido, y él te dominará».
17 Al
hombre le dijo:
«Por
cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí
comer,
¡maldita será la tierra por tu
culpa! Con penosos trabajos comerás de ella
todos los días de tu vida.
18 La tierra te producirá cardos y espinas,
y comerás hierbas silvestres.
19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la misma tierra
de la cual fuiste sacado.
Porque polvo eres,
y al polvo volverás».
2) DAVID
Y BETSABÉ
La segunda mirada la hacemos, cuando estamos
mirando lo que no deberíamos estar mirando, en especial cuando estamos ociosos.
(2 de Samuel 11:2-5)
2 Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó
a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se
estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, 3 por lo que
David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: «Se trata de Betsabé,
que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita». 4 Entonces
David ordenó que la llevaran a su presencia y, cuando Betsabé llegó, él se
acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé
se había purificado de su menstruación, [b] 5 así
que quedó embarazada y se lo hizo saber a David.
De todas maneras, no
es necesario consumar un acto, para que este pecado sea en nosotros, sino que
desde nuestra propia concupiscencia podemos llegar a ceder en nuestras mentes y
corazones.
(Santiago 1:13-15)
13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de
parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a
nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte.
Concupiscencia: Deseo de bienes materiales o terrenos, en especial deseo
sexual exacerbado o desordenado, los cuales no son gratos a Dios.
Jesús dijo en Mateo
5:27-30:
27 Oísteis
que fue dicho: No acometerás adulterio.
28 Pero
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para acodiciarla, ya ha
cometido adulterio con ella en su corazón.
29 Por
tanto, si tu ojo derecho te es aocasión de
caer, sácalo y échalo de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al binfierno.
30 Y
si tu amano derecha te
es ocasión de caer, córtala y échala de ti; porque mejor te es que se
pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al binfierno.
3) ACÁN
La segunda mirada nos puede llevar a
codiciar lo que no debemos. (Josué 7:20-21)
20 Y Acán respondió a
Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y
así y así he hecho. 21 Pues vi entre los despojos un manto
babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso
de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo
tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.
1) JOSÉ
La segunda mirada, para evitarla, a
veces nos obligará a correr, literalmente. (Génesis 39:6)
José
tenía muy buen físico y era muy atractivo. 7 Después de algún
tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso:
—Acuéstate
conmigo.
8 Pero
José no quiso saber nada, sino que le contestó:
—Mire,
señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo
me lo ha confiado a mí. 9 En esta casa no hay nadie más
importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted,
que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?
10 Y
por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le
hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo.
11 Un
día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente,
José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. 12 Entonces
la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!»
Pero
José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa.
2) JESÚS
La
segunda mirada, la podemos evitar cuando queremos obedecer a Dios, y resistimos
al enemigo, que pone la tentación, y de esta manera debe huir de nosotros. (Mateo
4 y Hebreos 4:15)
Porque no tenemos un sumo sacerdote que
no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Jesús, como cualquier otro ser humano, fue
tentado tres veces en el desierto:
1- Riqueza (Pan)
2- Seguridad (Ángeles protectores)
3- Poder (Reinos)
Las tentaciones, bajo las condiciones
difíciles que estaba teniendo Jesús en el desierto, de seguro que eran muy
agradables a sus ojos, y era muy fácil que en ese momento y a la vista de estas
tentaciones, entraran a su corazón y su mente, a través de sus ojos; sin embargo,
Jesús resistió al enemigo y la tentación con la palabra de Dios.
Jesús dijo: ¡Vete Satanás! y Satanás le
dejó.
CONCLUSIÓN
Muchas
veces como seres humanos, evitamos la segunda mirada con nuestros ojos, pero en
nuestro corazón, seguimos contemplando y jugando secretamente con el pecado.
Debemos cuidarnos, y no despreciar una obra de amor y salvación tan grande que
nos ha sido entregada por Cristo Jesús.
Que nuestra segunda mirada, sea cual sea, no
distraiga nuestros ojos de Jesús. En Hebreos 12:1b-2
...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,
y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.
Dios, también tuvo dos miradas hacia el ser humano: La primera de amor fue
a través de Adán al crear al hombre y a la mujer, y la segunda, a través de
Jesucristo, esta vez, también a través del amor, pero también, a través de la
gracia y la misericordia que nos ofrece en Cristo Jesús.
En Filipenses 1:6 6 estando persuadido de esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
Y en el versículo 9 dice:
9 Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún
más y más en ciencia y en todo conocimiento, 10 para que
aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de
Cristo, 11 llenos de frutos de justicia que son por medio de
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
ORAR:
Mateo 6:22
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de
luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.
Salmo 13:3-5
3 Mírame; respóndeme, oh Jehová, Dios mío; alumbra mis ojos para que no duerma de muerte, 4 para que no diga mi enemigo: Lo vencí. Mis
enemigos se alegrarán si yo resbalo. 5 Mas yo en tu misericordia he
confiado; se alegrará mi corazón en tu salvación.
Juan 3:14
14 Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo
del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Redimidos, salvados,
perdonados del veneno del pecado y de la muerte)
Que
nuestra primera, segunda y también nuestra última mirada, estén puestos en
Jesús, nuestro Salvador.
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