BAJEMOS LA SANTIDAD DEL ALTAR
Como servidores desde el liderazgo en nuestras congregaciones, son
muchas las veces que hemos visto cómo acusan a los miembros de nuestros
equipos, diciendo que están en malos comportamientos, por no decir que en
pecado. Y aunque sabemos que muchas veces ha llegado a pasar, son más las veces
que se hacen estas acusaciones, más por especulación malintencionada y falta de
amor, que porque realmente sea así.
Es muy común escuchar decir que los servidores del altar, tanto
pastores, como ministros de alabanza, evangelistas y demás miembros que de
alguna manera pública ejercemos un servicio en nuestras congregaciones, debemos
guardar nuestros testimonios y evidenciar la santidad de Dios en nuestras
vidas. Sin embargo, aunque esto es muy cierto, dicho de esta manera, es solo
una verdad a medias, pues se está concentrando un deber cristiano, solamente en
aquellos que servimos de manera pública en nuestras congregaciones.
Lo que quiero decir con esto,
es que se omite la parte, en que todos los que decimos amar a Cristo, y ser
seguidores de él, debemos ser santos, sin excepción, pues más allá de nuestras
funciones y servicio dentro del cuerpo de Cristo, somos ese cuerpo, es decir,
somos la iglesia, la cual está llamada a ser santa, sin excepción. No importa,
si solo vienes a recibir la palabra de Dios, sentado en una silla, y quizás
nadie en la congregación sabe de ti; tu llamado, es también ser santo.
BAJEMOS LA SANTIDAD DEL ALTAR, pues la santidad no es una condición, estado o actitud que deben guardar solamente los que usan un micrófono en el altar, o los que tocan algún instrumento musical; pues si tú eres el que lleva un vaso de agua, debes ser santo; si tú eres el que acomoda las sillas antes y después de cada servicio, debes ser santo; si tú eres el encargado de abrir la puerta de la iglesia, debes ser santo. Porque la santidad para nuestro Dios, no se condiciona a que estés prestando un servicio o ministerio en la iglesia, sino que es un estado inherente e innegociable del creyente que ha sido santificado por la sangre de Jesucristo, del cual somos su cuerpo e iglesia.
Tal como dice el libro de 2 de Timoteo 1:9-10
Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero
que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo,
el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
evangelio,
Ahora miremos: ¿Qué es la santidad en la Biblia?
En el antiguo testamento, el hebreo Kadosh (Santo) significa, estar
separado de lo secular o profano, para dedicarse así, al servicio para Dios. El
pueblo de Israel, era considerado santo, pues había sido, separado por Dios y
para Dios.
Para nuestros tiempos, con la llegada de Jesús como hombre a la tierra,
esta separación, ya no se limita al pueblo de Israel como nación, sino que se
extiende a toda aquella humanidad, de diferentes lenguas, tribus, pueblos y
naciones. Lo que, en su tiempo, se llamaba pueblo gentil, y que conoceríamos
más tarde como el Israel espiritual. Lo cual leemos, en Romanos 11, acerca de
la salvación de los gentiles, que fuimos injertados en el buen olivo, a pesar
de que nosotros éramos olivos silvestres.
La santidad es el don de
Dios que colma todas las aspiraciones humanas; es la plenitud de la vida
cristiana que consiste en unirse a Cristo, aprendiendo a vivir como hijos de
Dios con la gracia del Espíritu Santo y viviendo la perfección de la caridad.
Ahora, entonces ¿Qué es estar en santidad?
La santidad, entonces, es
aprender a tener en la vida cotidiana la misma vida de Cristo que se ha
recibido ya en el bautismo y debe ser desarrollada a lo largo del día, de la
vida. Es decir, somos separados por él y para él, morimos a nosotros mismos,
para que él sea en nosotros, y su santidad sea en nosotros, santificándonos y perfeccionándonos cada
día, en nuestro diario vivir en él, haciéndonos cada vez más, a su imagen y
semejanza, acercándonos de esta manera, para que seamos un varón perfecto, hasta que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo, según nos enseña Pablo en el libro de los Efesios
capítulo 4:13
Jesús en Mateo 5:48 nos
instruye y ordena:
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Esto lo podemos leer en el sermón del
monte, el cual es la parte central de lo que es una vida plena del cristiano,
pues entre el capítulo 5 y 7 del libro de Mateo, podemos encontrar, todo
aquello a lo que Dios nos llama a caminar en nuestras vidas.
Y 1 de Pedro 1:13-21 nos dice:
13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro
entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia; 15 sino, como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir; 16 porque escrito está:
Sed santos, porque yo soy santo. 17 Y
si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra
de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata, 19 sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, 20 ya destinado
desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros, 21 y
mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado
gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Te voy a contar la siguiente historia
que sucedió en cualquier iglesia, y aún sigue sucediendo, y mientras la iglesia
de Cristo se conforme de seres humanos, de seguro no dejará de suceder:
NO ME PARECE:
El hermano José Perfectín de la Acusación, miembro de una iglesia
de cualquier lugar, se acerca muy molesto e indignado a su pastor,
recriminándole porque a su parecer el pastor no estaba orando lo suficiente y
se evidenciaba en su forma de hablar.
El pastor le respondió
-No me parece
Este hermano, desconcertado por la respuesta de su pastor, le
continúa diciendo que como pastor se veía negligencia en su estudio de la
palabra de Dios, pues sus mensajes eran repetitivos y le hacía falta
"unción fresca".
El pastor de nuevo le responde:
-No me parece.
El hermano más que desconcertado, un poco inquieto, agrega que,
como pastor, evidencia falta de humildad al no escuchar con actitud de cambio su
exigencia.
El pastor, sin perder su apacibilidad, le dice:
-No me parece.
Notablemente molesto, el hermano, le recrimina levantando su voz:
¡Usted es un pastor tan soberbio! A todo lo que le digo solo puede
responder "¡No me parece!"
El pastor con una sonrisa de amor, le dice:
-No me parece... Te digo que no me parece, porque tú estás
hablando desde lo que crees conocer de mí, sin embargo, nuestro Dios, sabe que
yo soy mucho peor de lo que tú dices que soy. No me parece suficiente lo poco
que dices de mí, pues a mí me parece y sé con plena seguridad, que necesito
mucho de Dios. Necesito de Dios, muchísimo más de lo que a ti te parece...
Nuestra santidad, depende de Dios y la recibimos por gracia, no
está en nuestro propio bolsillo, sino que es un bien recibido por gracia, del
cual somos beneficiados y favorecidos. Dice el libro de Efesios 2:8-10
8 Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no
por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
TODOS NECESITAMOS DE DIOS, MUCHÍSIMO MÁS DE LO QUE ESTAMOS
DISPUESTOS O CONCIENTES DE RECONOCER.
“Al pecado
hoy en día le llaman demonio. Por eso la gente cree que necesita liberación y
no arrepentimiento”. Jhon McArthur
“Solamente el
evangelio pervertido promete salvación sin santificación”. Paul Washer.
Dios no viene
solamente por el pastor, no viene solamente por el ministro de alabanza. Dios
no viene solamente por el evangelista o por el misionero. Dios viene por su
iglesia, iglesia pura, Santa y sin mancha. Una iglesia limpia de manos y pura
de corazón y eso incluye a todo el que sirve activamente en una congregación y
también, al que decidió ser iglesia desde una silla, en la quietud de la
inactividad. Aunque hay contradicción en ello, pues la iglesia no puede estar
dormida. Lo que quiero decirte, es que Dios llama a la santificación activa y
permanente a todo su pueblo escogido.
Y no solo la
fornicación y el adulterio son pecado, pues el chisme también es pecado, la
calumnia también es pecado, la hipocresía también es pecado. El acusador es
Satanás, si tu eres acusador, tu padre no es Dios, tu padre es el Diablo.
Atención a lo
que leemos en el libro a los Hebreos 12:12
Los que rechazan la gracia de Dios
12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y
haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del
camino, sino que sea sanado. 14 Seguid la paz con
todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando
alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario,
o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque
ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no
hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía
en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al
sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron
rogaron que no se les hablase más, 20 porque no
podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será
apedreada, o pasada con dardo; 21 y tan terrible
era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 22 sino
que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén
la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a
la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios
el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a
Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la
de Abel.
25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta desde los cielos. 26 La
voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo:
Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 27 Y
esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas
hechas, para que queden las inconmovibles. 28 Así
que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante
ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29 porque
nuestro Dios es fuego consumidor.
Leamos
el Salmo 24:3-6
¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?
4 El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.
5 Él recibirá bendición de Jehová,
Y justicia del Dios de salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan,
De los que buscan tu rostro, oh, Dios de Jacob.
Y para terminar, quiero que leamos Efesios 2:1-18
Salvos
por gracia
2 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de
la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo
que los demás. 4 Pero Dios,
que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús. 8 Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.
Reconciliación
por medio de la cruz
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros,
los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano en la carne. 12 En aquel tiempo
estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos
de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que
en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de
Cristo. 14 Porque él es
nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de
separación, 15 aboliendo en
su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre,
haciendo la paz, 16 y
mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando
en ella las enemistades. 17 Y
vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los
que estaban cerca; 18 porque
por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al
Padre.
Es
decir, Dios nos ha apartado del pecado para no apartarnos de él, esto a través de
Jesucristo.
Nos
dice el libro de Hebreos 10:12-31
12 pero
Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de
ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de
sus pies; 14 porque con una
sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu
Santo; porque después de haber dicho:
16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
17 añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
18 Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el
pecado.
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el
Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa
de Dios, 22 acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de
mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no
dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Advertencia
al que peca deliberadamente
26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber
recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los
pecados, 27 sino
una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a
los adversarios. 28 El que
viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere
irremisiblemente. 29 ¿Cuánto
mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere
por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues
conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el
Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios
vivo!
En
conclusión, BAJEMOS LA SANTIDAD DEL ALTAR Y LLEVEMOSLA A TODO ACTO, PENSAMIENTO
Y PALABRA QUE NOS ACOMPAÑE DONDE QUIERA QUE ESTEMOS, EN TODO TIEMPO Y EN TODO
LUGAR, PUES ESTA ES LA SANTIDAD A LA QUE DIOS NOS ESTÁ LLAMANDO.
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