Había una vez un hombre pobre que le pedía todos los días a Dios para que le diera dinero.
Fue tanta la insistencia, que Dios le mandó una gran bolsa de dinero con un angel, el cual puso el dinero a un lado del camino que el hombre pobre solía tomar todos los días cuando iba para su trabajo.
Pero ese día, el hombre pobre, pasó por ese camino con los ojos cerrados orando y discutiendo con Dios, porque Dios no lo ayudaba, y por estar discutiendo con Dios, no vio la bolsa que este le había dejado al lado del camino.
Las
oportunidades están en todas partes, pero nosotros no las vemos porque no
llegan a nuestra manera encasillada de verlas.
Las oportunidades no siempre están en el camino, sino que a veces las encontramos a un lado de él.
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