Creciendo en el
servicio (Creciendo mientras sirvo)
El que no vive
para servir, no sirve para vivir. Y esto aplica también para nosotros como
Iglesia. Y en cuanto al amor de Dios tengo un pensamiento y es que el que no
sabe recibir el amor, mucho menos sabrá entregarlo.
1 Corintios 13
versículos 1 y 13
Puedo
servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.
1 Si no tengo amor, de nada
me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles.
Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana
desafinada! 13 Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios,
la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas,
la más importante es el amor.
Muchos
quieren una posición en la iglesia, pero no quieren servir. La posición no es
un lugar o nombramiento, sino una consecuencia de nuestro servicio, porque en
la medida que servimos, nuestras habilidades naturales (Nacimiento), nuestras habilidades
naturales desarrolladas (Adquiridas) y nuestros dones espirituales y ministeriales
van creciendo, se van evidenciando y van tomando forma.
Nuestras
habilidades, dones y talentos tienen una particularidad, y es que solo tienen
sentido cuando se ponen en servicio para otros en este caso para Dios y esto, a
través de los hombres y para los hombres, es decir servimos a Dios a quien no
vemos, cuando servimos a nuestro prójimo a quien sí podemos ver. Por eso el
servicio debe ser una acción evidente, no donde nosotros sobresalgamos, sino donde
el amor de Dios sea exaltado a través del don que hemos recibido de Él para
gloria de su nombre, para el servicio de nuestros hermanos y prójimo, y apara
nuestro gozo y crecimiento personal.
Los servidores
fieles de Cristo evidencian gran sorpresa en un texto que nos habla a futuro en
Mateo 25:35-40 cuando le escuchan decir al Rey Jesús:
35 porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 entonces los justos le responderán
diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y
te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos
forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la
cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey,
les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
El
servicio va ligado siempre al amor, por eso en 1 de Juan 4:20 nos leemos
si alguno dice: Yo amo a Dios, y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha
visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
Nuestra verdadera manera de servir a Dios es
cuando servimos al otro; es decir, sirviendo a aquel que se hace amar, pero
también sirviendo a aquel que no es el prójimo de nuestras devociones.
Colosenses 3:23-24 nos insta
Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como
para el Señor y no como para la gente, 24 porque ya saben que el Señor les dará
la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor.
Siempre
he dicho, de acuerdo a lo que he visto en mi caminar en Cristo que el que dedica
su vida de creyente a solo congregarse, está a un paso de riesgo de apartarse
de la iglesia, pero aquel que se congrega y además sirve en su congregación, queda
a dos pasos de riesgo para irse de la iglesia, esto porque como iglesia no solo
fuimos llamados a recibir los beneficios inmediatos de pertenecer al cuerpo de
Cristo (Perdón de pecados, salvación, redención), sino que también usted y yo
como iglesia, tenemos un llamado de llamar a otros a sumarse a este cuerpo llamado
Iglesia de Cristo, al que por misericordia de Dios usted y yo pertenecemos, y
esto es la gran comisión: En primer lugar fuimos salvos y en segundo lugar, podemos
ser instrumentos de salvación.
Hay
una paradoja importante en cuanto a los servidores en la congregación y es
tener en cuenta como creyentes, que el servir en
nuestra congregación, no garantiza que estemos teniendo una relación genuina
con nuestro Dios, pero que al mismo tiempo, si tenemos una relación genuina con
Dios, esta sí debe llevarnos irremediablemente a servir a nuestros hermanos y
no hermanos en la fe.
De
hecho, cuando fuimos llamados a ser Iglesia congregacional, no fue solamente para
reunirnos y llenarnos de la palabra de Dios para nosotros mismos, que es algo
muy bueno, sino también, para que alcancemos con el mensaje de salvación a los
demás y seamos así, luz a las naciones sirviendo a nuestro Dios como linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos
las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 nosotros que en otro
tiempo no éramos pueblo, pero que ahora somos pueblo de Dios; que en otro
tiempo no habíamos alcanzado misericordia, pero ahora hemos alcanzado
misericordia. 2 Pedro 2:9
Es decir que el complemento de nuestra
posición como iglesia, es la función que
también tenemos como Iglesia, pues no se limita a lo que puedo recibir como miembro del cuerpo de Cristo solamente, sino que se
cumple más allá, cuando ejerzo siendo
miembro activo del cuerpo de Cristo como participante de y en la Iglesia, para
que otros también puedan escuchar y/o conocer las buenas nuevas de salvación
por mi servicio, de acuerdo a mi llamado y dones.
Mateo
28:16-20 nos
instruye Jesús, justo en su momento de ascensión a los cielos:
16
Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había
ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús
se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Ahora,
son muchas las razones que pueden estar impidiendo que algunos de nosotros no
estemos cumpliendo aquella función a la que Dios nos ha llamado y enumeraré a
continuación solo algunas:
a) Miedo (Moisés) No quería ir a Egipto
porque temía lo que el faraón y el pueblo de Israel dijeran de él.
b) Ocupaciones y posesiones (El joven
rico) Lucas 18:18-27 quien además de ser rico, era un hombre principal en su
sociedad, Jesús le dijo vende todo lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. El joven rico no
lo hizo, al menos en ese momento.
c) Duda: Aún no tenemos convicción de
nuestra propia salvación.
d) Desobediencia (Jonás)No quería ir a
Nínive, porque le faltaba amor por este pueblo.
e) No sabe en qué servir (Felipe servía a
las viudas inicialmente, pero luego fue un Evangelista consagrado a Dios y
reconocido en su labor Hechos 8:5, Hechos 21:8) Felipe nos enseña, que en la
medida que servimos a Dios y a su iglesia, se va revelando y desarrollando
nuevos niveles de servicio a Dios.
f)
Orgullo
g) Falta de amor
La gran
verdad que debemos saber y entender es que, como Iglesia estamos llamados a
servir dentro de nuestras cuatro paredes llamada congregación para nuestra
mutua edificación, pero sin dejar de hacerlo afuera de la Iglesia también. Efesios
4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio,
Igualmente,
como iglesia estamos llamados a servir fuera de la iglesia, para dar testimonio
público y luz al que está en tinieblas allá afuera, pero sin descuidar las
necesidades que acontecen entre las cuatro paredes de nuestra congregación. Lo
uno, no quita lo otro.
Mateo 5:14-16 dice 14 Vosotros sois la luz del mundo; una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz
y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos
los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos.
En Mateo 25:21 leemos algo muy
interesante y que da luces eternas a nuestro
servicio efímero y pasajero aquí en la tierra con todo lo que el Señor ha
puesto en nuestras manos para servirle a Él y a nuestro prójimo.
Su señor le respondió: “¡Hiciste
bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho
más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
1 Corintios 3:9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes
son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
(Juan 12:26) Si alguno
me sirve, sígame; donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me
sirve, mi Padre lo honrará.
Una verdad que no debemos
desconocer es que todos sin excepción, estamos llamados a servir, no importa tu
posición social, financiera, laboral, incluso si eres nuevo o “viejo” en el
evangelio.
Lo entendemos así con la mujer
samaritana y al mismo tiempo con el endemoniado gadareno: Si bien, es muy importante
el prepararnos en el conocimiento de la palabra de Dios para instruir a otros,
vemos en ellos dos, cómo desde el mismo momento en que conocieron a Jesús y
este se les reveló como el Cristo y Señor, ellos fueron y dieron testimonio del
Salvador del mundo. Su testimonio propio, fue principalmente lo suficiente para
alcanzar a otras almas con el evangelio de Salvación que Cristo les había manifestado
en sus propias vidas.
El gadareno no fue un apóstol,
pero sí fue un discípulo que llevó fruto de salvación no solo en Gadara sino
que muy posiblemente también en el resto de Decápolis (Damasco, Gadara, Gerasa, Hipo, Filadelfia, Escitopolis, Pella,
Diom, Rafana, Canatha)
Por lo general, cuando Jesús sanó a
alguien les decía que no lo contaran a otras personas, pero en cambio al
gadareno liberado, le dijo que fuera y anunciara a todas las personas de
aquella región pagana.
Lucas 8:38-39 38 Y el hombre gadareno de quien habían salido los demonios le
rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: 39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán
grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la
ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
En Marcos 7:31-37 nos dice que Jesús
volvió a pasar por Decápolis, y esta vez no lo trataron de echar sus habitantes,
sino que por el contrario, ahora le traían a los enfermos para que les sanara.
En esta ocasión, Jesús les dijo que no les contara a otros. A mi modo de ver,
ya el gadareno había evangelizado toda esa zona.
No estoy diciendo que no es
necesaria la preparación para anunciar a Cristo, pero tampoco puedo afirmar que
la preparación es un requisito para anunciar a Cristo, pues cuando no cumplimos
este requisito, lo volvemos excusa para no servir a Dios y dejamos de mostrar
la salvación de Cristo a nuestros hermanos y prójimo en general. El gadareno no solo fue un bendecido más, alcanzado por la
gracia de Dios. Gracia que no solo tuvo el privilegio de recibir en su vida
misma, sino que a través de su vida y vivencia misma fue instrumento de
salvación para otros; ni siquiera los Ángeles tuvieron el privilegio de predicar
el evangelio pero el gadareno y nosotros sí,
porque para anunciar con verdadero poder y convicción las buenas nuevas
de salvación, es necesario antes recibir de primera mano el perdón y la
redención de Cristo en nuestras vidas, para que así al vivirlo, lo podamos evidenciar
y de esta manera dar testimonio de la salvación de Dios para nosotros los que
le conocimos, pero también para todo aquel que este dispuesto a conocerle
también.
En el caso de la mujer samaritana
en Juan 4:25-26 y 39-42 extraemos algo muy hermoso también:
25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el
Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla
contigo. 39 Y muchos de los samaritanos de
aquella ciudad creyeron en Jesús por la palabra de la mujer samaritana,
que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a
él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra
de él, 42 y decían a la mujer: Ya
no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos
que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.
De manera personal conozco
hombres y mujeres que se han preparado durante años en Institutos Bíblicos, y
tienen credenciales como Pastores, además tienen estudios Teológicos
certificados por la Educación legal de sus países, pero son personas que no
solo no están ejerciendo de acuerdo a sus estudios bíblicos, sino que tampoco
anuncian las buenas nuevas de salvación, ni siquiera como miembros del cuerpo
de Cristo, lo cual es una mandato que como creyentes debemos cumplir y ejercer.
Así mismo conozco creyentes y hermanos de fe, entre comillas “sencillos o
básicos” en su formación certificada, que son ahora grandes ministros, e
incluso muy reconocidos por sus fieles ministerios. A esto es lo que me
refería más arriba, que una posición jerárquica de servicio, no garantiza una
condición real, genuina y manifiesta de servicio a Dios y a su obra. El anuncio
del gadareno consistió en quien fue y en quien ahora es por la obra de Jesús en
su vida, pues no se le recuerda con el nombre de algún ministerio o posición,
sino como el endemoniado gadareno. Me gusta pensar en el pandillero Nicky Cruz:
su obra de evangelista es recordada por quien es ahora en Cristo después de lo
que había sido antes de Cristo en su vida. Su vida de pandillero fue justamente
lo que Dios usó para catapultar y extender su ministerio a las naciones.
Cuando creas que no eres digno de
compartir las buenas nuevas de salvación, recuerda al gadareno, recuerda a la mujer
samaritana, y más aún, recuerda al mismo apóstol Pablo, el asesino de cristianos,
del cual tenemos en sus cartas, las más preciosas revelaciones y doctrinas para
la iglesia de Cristo, porque de lo más vil y despreciable escogió Dios para
avergonzar al mundo, porque lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a
los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28
y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 1
Corintios 1:27-29
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos
reconcilió consigo mismo por Cristo; y nos dio el ministerio de la
reconciliación.”2 Corintios 5:18.
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? 15 ¿Y cómo predicarán si
no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que
anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas de Jesús! Romanos 10:14-15.
Hay demasiadas cosas que podemos hacer al
servicio de Dios, hay muchas formas en las que podemos mostrar gratitud y
fidelidad a Dios con nuestro servicio a Dios. Es más, la misma palabra de Dios
dice de boca de Jesús lo siguiente:
Realmente la mies es mucha, peros
los obreros son pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a
su mies. Mateo 9:37
Actualmente en nuestra congregación
Rey Jesús, se ha estado haciendo un llamado, para la preparación de líderes, y
creo que se sigue aplicando lo que Cristo “denunciaba” acerca de los obreros. Para
servir es necesario pagar un precio, y es por eso por lo que hay pocos servidores,
porque a la verdad todos sin excepción quisiéramos servir a Dios, pero somos
pocos los que estamos dispuestos a pagar el sacrificios y esfuerzo que ello
requiere y amerita.
Otra cosa que deberíamos superar
en la iglesia, y que lo he visto en diferentes congregaciones, es que muchos
están demasiados “gordos doctrinalmente”, pero guardan su conocimiento para sí
mismos, y no asumen compromiso de discipulado con otros que están en formación.
Jesucristo nos ha dejado al
Espíritu Santo, y con Él tenemos también todos los dones del Espíritu Santo,
para poder llevar a cabo la gran comisión. Pero a veces no podemos usar los
dones del Espíritu Santo, porque no queremos que primero Su fruto, se
haga efectivo en nuestras vidas, y esto pasa porque es necesario morir a
nosotros mismos, para que nuestro fruto que es carnal perezca, y pueda crecer
así el fruto del Espíritu en nosotros, lo cual nos capacita también y nos lleva
a usar todo lo que Él nos ha dado como Iglesia, para servir y anunciar las
buenas nuevas de salvación.
CONCLUSIÓN: Quizá, lo único que realmente nos falta para servir
efectivamente a Dios y a los hombres es Amor.
Pero si no tengo amor, no tengo nada. Dios es amor, y si no tenemos amor,
entonces no tenemos a Dios. Y si usted y yo no tenemos a Dios, entonces realmente
usted y yo no tenemos nada.
Puedo
servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.
Antes de finalizar orando por
el avivamiento del amor genuino de Dios en nuestras vidas y a través de
nuestras vidas, leamos 1 Corintios
13
El amor verdadero
13 Si no tengo amor, de nada
me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles.
Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana
desafinada!
2 Si
no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes
secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.
3 Si
no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada
me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
4 El
que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El que ama no es envidioso, ni se cree más que
nadie. No es orgulloso. 5 No es grosero ni egoísta. No
se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le
han hecho. 6 No aplaude a los malvados, sino a los que
hablan con la verdad.
7 El
que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de
soportarlo todo.
8 Sólo
el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de
Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes
secretos de Dios. 9 Las profecías, y todo lo que
ahora conocemos, es imperfecto. 10 Cuando llegue lo
que es perfecto, todo lo demás se acabará.
11 Alguna
vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera
de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo
he dejado atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de
manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a
oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo
conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo
como él me conoce a mí.
13 Hay
tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él
cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el
amor.
Puedo
servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.
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