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Anderson Posada Ministerio Adorando en Su Presencia

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Creciendo en el servicio.

 

Creciendo en el servicio (Creciendo mientras sirvo)

El que no vive para servir, no sirve para vivir. Y esto aplica también para nosotros como Iglesia. Y en cuanto al amor de Dios tengo un pensamiento y es que el que no sabe recibir el amor, mucho menos sabrá entregarlo.

1 Corintios 13 versículos 1 y 13


Puedo servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.

 

 1 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! 13 Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.

Muchos quieren una posición en la iglesia, pero no quieren servir. La posición no es un lugar o nombramiento, sino una consecuencia de nuestro servicio, porque en la medida que servimos, nuestras habilidades naturales (Nacimiento), nuestras habilidades naturales desarrolladas (Adquiridas) y nuestros dones espirituales y ministeriales van creciendo, se van evidenciando y van tomando forma.





 

Nuestras habilidades, dones y talentos tienen una particularidad, y es que solo tienen sentido cuando se ponen en servicio para otros en este caso para Dios y esto, a través de los hombres y para los hombres, es decir servimos a Dios a quien no vemos, cuando servimos a nuestro prójimo a quien sí podemos ver. Por eso el servicio debe ser una acción evidente, no donde nosotros sobresalgamos, sino donde el amor de Dios sea exaltado a través del don que hemos recibido de Él para gloria de su nombre, para el servicio de nuestros hermanos y prójimo, y apara nuestro gozo y crecimiento personal.

 

Los servidores fieles de Cristo evidencian gran sorpresa en un texto que nos habla a futuro en Mateo 25:35-40 cuando le escuchan decir al Rey Jesús:

35 porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

 

El servicio va ligado siempre al amor, por eso en 1 de Juan 4:20 nos leemos si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

 

Nuestra verdadera manera de servir a Dios es cuando servimos al otro; es decir, sirviendo a aquel que se hace amar, pero también sirviendo a aquel que no es el prójimo de nuestras devociones.

 

Colosenses 3:23-24 nos insta

Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente, 24 porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor.

 

Siempre he dicho, de acuerdo a lo que he visto en mi caminar en Cristo que el que dedica su vida de creyente a solo congregarse, está a un paso de riesgo de apartarse de la iglesia, pero aquel que se congrega y además sirve en su congregación, queda a dos pasos de riesgo para irse de la iglesia, esto porque como iglesia no solo fuimos llamados a recibir los beneficios inmediatos de pertenecer al cuerpo de Cristo (Perdón de pecados, salvación, redención), sino que también usted y yo como iglesia, tenemos un llamado de llamar a otros a sumarse a este cuerpo llamado Iglesia de Cristo, al que por misericordia de Dios usted y yo pertenecemos, y esto es la gran comisión: En primer lugar fuimos salvos y en segundo lugar, podemos ser instrumentos de salvación.

 

Hay una paradoja importante en cuanto a los servidores en la congregación y es tener en cuenta como creyentes, que el servir en nuestra congregación, no garantiza que estemos teniendo una relación genuina con nuestro Dios, pero que al mismo tiempo, si tenemos una relación genuina con Dios, esta sí debe llevarnos irremediablemente a servir a nuestros hermanos y no hermanos en la fe.

 

De hecho, cuando fuimos llamados a ser Iglesia congregacional, no fue solamente para reunirnos y llenarnos de la palabra de Dios para nosotros mismos, que es algo muy bueno, sino también, para que alcancemos con el mensaje de salvación a los demás y seamos así, luz a las naciones sirviendo a nuestro Dios como linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 nosotros que en otro tiempo no éramos pueblo, pero que ahora somos pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíamos alcanzado misericordia, pero ahora hemos alcanzado misericordia. 2 Pedro 2:9

 

Es decir que el complemento de nuestra posición como iglesia, es la función que también tenemos como Iglesia, pues no se limita a lo que puedo recibir como miembro del cuerpo de Cristo solamente, sino que se cumple más allá, cuando ejerzo siendo miembro activo del cuerpo de Cristo como participante de y en la Iglesia, para que otros también puedan escuchar y/o conocer las buenas nuevas de salvación por mi servicio, de acuerdo a mi llamado y dones.

 

Mateo 28:16-20 nos instruye Jesús, justo en su momento de ascensión a los cielos:

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

 

Ahora, son muchas las razones que pueden estar impidiendo que algunos de nosotros no estemos cumpliendo aquella función a la que Dios nos ha llamado y enumeraré a continuación solo algunas:

 

a)       Miedo (Moisés) No quería ir a Egipto porque temía lo que el faraón y el pueblo de Israel dijeran de él.

b)      Ocupaciones y posesiones (El joven rico) Lucas 18:18-27  quien además de ser rico, era un hombre principal en su sociedad, Jesús le dijo vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. El joven rico no lo hizo, al menos en ese momento.

c)       Duda: Aún no tenemos convicción de nuestra propia salvación.

d)      Desobediencia (Jonás)No quería ir a Nínive, porque le faltaba amor por este pueblo.

e)      No sabe en qué servir (Felipe servía a las viudas inicialmente, pero luego fue un Evangelista consagrado a Dios y reconocido en su labor Hechos 8:5, Hechos 21:8) Felipe nos enseña, que en la medida que servimos a Dios y a su iglesia, se va revelando y desarrollando nuevos niveles de servicio a Dios.

f)        Orgullo

g)       Falta de amor

 

La gran verdad que debemos saber y entender es que, como Iglesia estamos llamados a servir dentro de nuestras cuatro paredes llamada congregación para nuestra mutua edificación, pero sin dejar de hacerlo afuera de la Iglesia también. Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,

 

Igualmente, como iglesia estamos llamados a servir fuera de la iglesia, para dar testimonio público y luz al que está en tinieblas allá afuera, pero sin descuidar las necesidades que acontecen entre las cuatro paredes de nuestra congregación. Lo uno, no quita lo otro.

 Mateo 5:14-16 dice  14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

 

En Mateo 25:21 leemos algo muy interesante y que da luces eternas a nuestro servicio efímero y pasajero aquí en la tierra con todo lo que el Señor ha puesto en nuestras manos para servirle a Él y a nuestro prójimo.

Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”

 

 

1 Corintios 3:9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.

(Juan 12:26) Si alguno me sirve, sígame; donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.

Una verdad que no debemos desconocer es que todos sin excepción, estamos llamados a servir, no importa tu posición social, financiera, laboral, incluso si eres nuevo o “viejo” en el evangelio.

Lo entendemos así con la mujer samaritana y al mismo tiempo con el endemoniado gadareno: Si bien, es muy importante el prepararnos en el conocimiento de la palabra de Dios para instruir a otros, vemos en ellos dos, cómo desde el mismo momento en que conocieron a Jesús y este se les reveló como el Cristo y Señor, ellos fueron y dieron testimonio del Salvador del mundo. Su testimonio propio, fue principalmente lo suficiente para alcanzar a otras almas con el evangelio de Salvación que Cristo les había manifestado en sus propias vidas.

El gadareno no fue un apóstol, pero sí fue un discípulo que llevó fruto de salvación no solo en Gadara sino que muy posiblemente también en el resto de Decápolis (Damasco, Gadara, Gerasa, Hipo, Filadelfia, Escitopolis, Pella, Diom, Rafana, Canatha)

Por lo general, cuando Jesús sanó a alguien les decía que no lo contaran a otras personas, pero en cambio al gadareno liberado, le dijo que fuera y anunciara a todas las personas de aquella región pagana.

Lucas 8:38-39 38 Y el hombre gadareno de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: 39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

En Marcos 7:31-37 nos dice que Jesús volvió a pasar por Decápolis, y esta vez no lo trataron de echar sus habitantes, sino que por el contrario, ahora le traían a los enfermos para que les sanara. En esta ocasión, Jesús les dijo que no les contara a otros. A mi modo de ver, ya el gadareno había evangelizado toda esa zona.

No estoy diciendo que no es necesaria la preparación para anunciar a Cristo, pero tampoco puedo afirmar que la preparación es un requisito para anunciar a Cristo, pues cuando no cumplimos este requisito, lo volvemos excusa para no servir a Dios y dejamos de mostrar la salvación de Cristo a nuestros hermanos y prójimo en general. El gadareno no solo fue un bendecido más, alcanzado por la gracia de Dios. Gracia que no solo tuvo el privilegio de recibir en su vida misma, sino que a través de su vida y vivencia misma fue instrumento de salvación para otros; ni siquiera los Ángeles tuvieron el privilegio de predicar el evangelio pero el gadareno y nosotros sí,  porque para anunciar con verdadero poder y convicción las buenas nuevas de salvación, es necesario antes recibir de primera mano el perdón y la redención de Cristo en nuestras vidas, para que así al vivirlo, lo podamos evidenciar y de esta manera dar testimonio de la salvación de Dios para nosotros los que le conocimos, pero también para todo aquel que este dispuesto a conocerle también.

En el caso de la mujer samaritana en Juan 4:25-26 y 39-42 extraemos algo muy hermoso también:

25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Jesús por la palabra de la mujer samaritana, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.

De manera personal conozco hombres y mujeres que se han preparado durante años en Institutos Bíblicos, y tienen credenciales como Pastores, además tienen estudios Teológicos certificados por la Educación legal de sus países, pero son personas que no solo no están ejerciendo de acuerdo a sus estudios bíblicos, sino que tampoco anuncian las buenas nuevas de salvación, ni siquiera como miembros del cuerpo de Cristo, lo cual es una mandato que como creyentes debemos cumplir y ejercer. Así mismo conozco creyentes y hermanos de fe, entre comillas “sencillos o básicos” en su formación certificada, que son ahora grandes ministros, e incluso muy reconocidos por sus fieles ministerios. A esto es lo que me refería más arriba, que una posición jerárquica de servicio, no garantiza una condición real, genuina y manifiesta de servicio a Dios y a su obra. El anuncio del gadareno consistió en quien fue y en quien ahora es por la obra de Jesús en su vida, pues no se le recuerda con el nombre de algún ministerio o posición, sino como el endemoniado gadareno. Me gusta pensar en el pandillero Nicky Cruz: su obra de evangelista es recordada por quien es ahora en Cristo después de lo que había sido antes de Cristo en su vida. Su vida de pandillero fue justamente lo que Dios usó para catapultar y extender su ministerio a las naciones.

Cuando creas que no eres digno de compartir las buenas nuevas de salvación, recuerda al gadareno, recuerda a la mujer samaritana, y más aún, recuerda al mismo apóstol Pablo, el asesino de cristianos, del cual tenemos en sus cartas, las más preciosas revelaciones y doctrinas para la iglesia de Cristo, porque de lo más vil y despreciable escogió Dios para avergonzar al mundo, porque lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 1 Corintios 1:27-29

“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo; y nos dio el ministerio de la reconciliación.”2 Corintios 5:18.

14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas de Jesús! Romanos 10:14-15.

Hay demasiadas cosas que podemos hacer al servicio de Dios, hay muchas formas en las que podemos mostrar gratitud y fidelidad a Dios con nuestro servicio a Dios. Es más, la misma palabra de Dios dice de boca de Jesús lo siguiente:

Realmente la mies es mucha, peros los obreros son pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Mateo 9:37

Actualmente en nuestra congregación Rey Jesús, se ha estado haciendo un llamado, para la preparación de líderes, y creo que se sigue aplicando lo que Cristo “denunciaba” acerca de los obreros. Para servir es necesario pagar un precio, y es por eso por lo que hay pocos servidores, porque a la verdad todos sin excepción quisiéramos servir a Dios, pero somos pocos los que estamos dispuestos a pagar el sacrificios y esfuerzo que ello requiere y amerita.

Otra cosa que deberíamos superar en la iglesia, y que lo he visto en diferentes congregaciones, es que muchos están demasiados “gordos doctrinalmente”, pero guardan su conocimiento para sí mismos, y no asumen compromiso de discipulado con otros que están en formación.

Jesucristo nos ha dejado al Espíritu Santo, y con Él tenemos también todos los dones del Espíritu Santo, para poder llevar a cabo la gran comisión. Pero a veces no podemos usar los dones del Espíritu Santo, porque no queremos que primero Su fruto, se haga efectivo en nuestras vidas, y esto pasa porque es necesario morir a nosotros mismos, para que nuestro fruto que es carnal perezca, y pueda crecer así el fruto del Espíritu en nosotros, lo cual nos capacita también y nos lleva a usar todo lo que Él nos ha dado como Iglesia, para servir y anunciar las buenas nuevas de salvación.

 

    





CONCLUSIÓN: Quizá, lo único que realmente nos falta para servir efectivamente a Dios y a los hombres es Amor. Pero si no tengo amor, no tengo nada. Dios es amor, y si no tenemos amor, entonces no tenemos a Dios. Y si usted y yo no tenemos a Dios, entonces realmente usted y yo no tenemos nada.

Puedo servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.

Antes de finalizar orando por el avivamiento del amor genuino de Dios en nuestras vidas y a través de nuestras vidas, leamos 1 Corintios 13

El amor verdadero

13 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.

Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.

El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.

El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.

Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. 10 Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará.

11 Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí.

13 Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.

Puedo servir sin llegar a amar, pero no puedo amar sin llegar a servir.

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