De niño conocí a un Cristo crucificado 364 días, y resucitado un viernes santo, para ser olvidado 364 días más, y así, y así...
Pero tú palabra y tu espíritu me revelaron que tú vives desde siempre y para siempre.
Tú palabra me ha revelado que la muerte nunca ha podido ni podrá vencer al que es desde es, que era y que vendrá.
Nada podrá detener al que es eterno, pues es el Principio y es el fin, nada puede sostenerse, pues todo está dentro de él
Ni la muerte, ni el mal
Ni lo oculto ni Satán
Podrán contener al que vive y reina, al que da vida y gobierna
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