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El perfume de la oración

 



Salmo 5:3



"Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré."


David se encuentra en una situación de dificultad, como la que en la vida podemos tener. En este caso, la dificultada de David eran sus enemigos que le perseguían y buscaban su vida. Así mismo, usted y yo, podemos llegar a ser objetivo de aquellos que, en algún momento, nos puedan llegar a considerar sus enemigos.


Sin embargo, para la vida del hombre, no solo otra persona puede ser causa de aflicción como enemigo; sino que también, puede llegar a aparecer la enfermedad, la escasez, la depresión, l incredulidad, la angustia, la desesperanza; entre tantas otras situaciones, circunstancias o etapas y momentos que en la vida el ser humano puede llegar a transitar.

Pero, tenemos y conocemos la esperanza viva, que es nuestro Dios, el cual ha prometido estar con nosotros todos los días. Él ha prometido, que estará con nosotros como buen pastor, aún en el valle de sombra de muerte. Dios ha prometido en Su palabra, que si clamamos, él nos responde, que si creemos, él lo hará posible, que si avanzamos tras de Él seguirá abriendo camino.

Y esta promesa es para todos aquellos, que han puesto Dios como su esperanza, guardador y Señor.

Entonces, surgen algunas preguntas 

¿Por qué vemos creyentes que dudan de Dios? 

¿Por qué vemos creyentes que tienen menos fé que un impío? 

¿Por qué aquellos que parecen no tener en cuenta a Dios, e incluso, ce manera consiente, se levantan en contra de Dios, muchas veces, a nivel terrenal y de estándares de este mundo, están mucho mejor en salud, economía, estatus, profesión, etc...?

 Salmo 5:3

"Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré."

La frase "de mañana" nos indica una actitud de prioridad y de urgencia en la búsqueda de Dios, para hablarle lo que hay en nuestro corazón, pero también para que nosotros hagamos una pausa, guardemos silencio en Su presencia, y le escuchemos verdaderamente en nuestro espíritu


Es importante aprender a anhelar, necesitar y depender absolutamente de la presencia de Dios en nuestras vidas, pues en su intimidad, muchas cosas son reveladas, en su intimidad somos fortalecidos, en su intimidad, dejamos de ver el mundo con nuestro corazón, para empezar así a entender el corazón de Dios, y a su vez, entender el mundo como Dios lo entiende. 

 En la presencia y búsqueda de Dios, entendemos verdaderamente, aquello que para nosotros puede llegar a sr irracional, inaceptable, o por lo menos, que muchas veces según, nuestra visión humana y cristiana, Dios debería hacer diferente, o dicho de otra manera, Dios debería hacer según nosotros.

David buscaba la presencia de Dios con urgencia y prioridad, porque siempre trataba de dar el primer lugar, antes que otros o incluso, antes que a sí mismo. De David aprendemos que:

- Podemos buscar a Dios temprano en la mañana y dedicarnos un tiempo con él en la oración y la reflexión de Su palabra

- Cuando priorizamos nuestra relación con Dios, le encontramos Él y con Él, nos vemos de frente con su guianza y dirección para nuestras vidas.

- Cuando Dios, no es solo nuestra primera cita en las mañanas, sino que también es nuestra persona favorita para estar, nos beneficiamos y disfrutamos de saber que Él escucha nuestras oraciones y peticiones, y que podemos acercarnos a Él con confianza, convicción y fe. Pero también con paciencia, esa paciencia que nos llama a esperar, aunque no entendamos o no queramos esperar.

No está mal, sentirse a veces abrumado o pensativo, el error está cuando usted y yo, nos cortamos las alas, desperdiciando el tiempo de acercarnos a Dios, y escucharlo a él, en vez de estar escuchando a nuestras circunstancias, problemas y dificultades.

Salmo 73


El destino de los malos

Salmo de Asaf.

73 Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

3 Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

4 Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

5 No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

6 Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

7 Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

9 Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.

10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

12 He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,

Y lavado mis manos en inocencia;

14 Pues he sido azotado todo el día,

Y castigado todas las mañanas.

15 Si dijera yo: Hablaré como ellos,

He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.

16 Cuando pensé para saber esto,

Fue duro trabajo para mí,

17 Hasta que, entrando en el santuario de Dios,

Comprendí el fin de ellos.

18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos;

En asolamientos los harás caer.

19 ¡Cómo han sido asolados de repente!

Perecieron, se consumieron de terrores.

20 Como sueño del que despierta,

Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.

21 Se llenó de amargura mi alma,

Y en mi corazón sentía punzadas.

22 Tan torpe era yo, que no entendía;

Era como una bestia delante de ti.

23 Con todo, yo siempre estuve contigo;

Me tomaste de la mano derecha.

24 Me has guiado según tu consejo,

Y después me recibirás en gloria.

25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

26 Mi carne y mi corazón desfallecen;

Más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;

He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

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