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¿Por qué lloró Jesús la muerte de Lázaro, sabiendo que lo resucitaría en ese momento?

Es muy importante destacar, que al momento de responder esta pregunta, lo más tradicional en la cultura cristiana, es decir que Jesús lloró por la falta de fe en la resurrección y en él, por parte de los que estaban alrededor en ese momento .

Sin embargo, no podemos deshumanizar a Jesús, cometiendo el error netamente teológico, al querer divinizar un momento de dolor tan humano, cómo lo es la partida de un ser querido.


Jesús lloró por Lázaro a pesar de saber que lo resucitaría (Juan 11:35) por varias razones profundamente humanas y teológicas:

1. Solidaridad con el dolor humano: Jesús, aunque era Dios, también era plenamente humano. Al ver el dolor de María, Marta y los demás, se conmovió profundamente (Juan 11:33). Su llanto refleja su compasión por el sufrimiento de quienes amaba.

2. Consecuencia del pecado y la muerte. Aunque Jesús iba a vencer la muerte resucitando a Lázaro, su llanto muestra su rechazo al dolor y la muerte como fruto de un mundo caído. La muerte, aunque temporal en este caso, era una realidad que afectaba a sus seres queridos.

3. Profundidad del amor: Jesús amaba a Lázaro y a su familia (Juan 11:5, 36). Su llanto no fue por falta de fe, sino porque el amor verdadero duele ante la pérdida, incluso cuando se sabe que es temporal.

4. Identificación con la humanidad: Al llorar, Jesús validó las emociones humanas. Mostró que el dolor ante la muerte es natural, incluso con la esperanza de la resurrección (como enseñó en 1 Tesalonicenses 4:13-14).

5. Contraste con su poder divino: Su llanto subraya la paradoja de su naturaleza: el Hijo de Dios que llora como hombre, pero que luego demuestra su autoridad sobre la muerte. Esto enfatiza que su milagro no fue frío, sino surgido del amor.

En resumen, Jesús lloró porque el dolor humano le importaba, aunque sabía que en breve un momento intervendrá con poder. Su reacción muestra que la fe no anula las emociones, y que la esperanza de la resurrección no minimiza el dolor presente, sino que lo redime.

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